CONTACTO

El “Chico Malo”

Cuando tenía unos 13 años yo me enamoré del “chico malo” de mi clase. Por aquellos entonces esas cosas que duraban meses parecían vidas. Un día me pidió que fuera su novia y todo mi sistema colapsó. No se cuanto duró nuestro idilio pero me atrevería a decir que unos pocos días o quizás semanas. Nos dábamos la mano, nos besábamos y nos restregábamos, poco más pero nada menos. Recuerdo lo nerviosa que me ponía estando con él. Era muy sexy, era estimulante, pero me cagaba de miedo cada vez que se acercaba. Había algo en lo que el representaba que me producía tanto pavor como atracción. Yo no sabía qué era eso que me asustaba pero pronto empezó a ganarle terreno a las ganas que sentía de pasar tiempo con él. Un día me armé de valor, me senté a su lado, y apoyados en la pared del gimnasio de mi cole le dije que le dejaba. La conversación no la recuerdo la verdad, lo que si recuerdo es la pared de ese gimnasio. Desde aquel día algo se quebró con él para siempre. A penas me volvió a hablar, tan solo en raras ocasiones y la mayoría para meterse conmigo. Fue un autentico capullo la verdad. Así que me pasé dos años de infierno en los que el chico que más me gustaba me odiaba y por consiguiente casi toda la clase. Ya sabes, no te metas con el popular…

Esta noche he soñado con él. Desde hace años a veces me pasa, pero esta vez ha sido especialmente reveladora. En el sueño salíamos del colegio, íbamos caminando por el parking hacia una actividad que se realizaba fuera de las instalaciones. Yo me iba comiendo un bocadillo junto a él y a otro compañero. Entonces le decía,

Sabes, si yo no tuviera este pacto de lealtad con mi madre también hubiera sido un fracaso escolar. Si yo pudiera, dejaría ahora mismo la ESO y no me graduaría. Yo ya sé que no pienso estudiar una carrera, así que no lo necesito, pero no le puedo traicionar.

Se lo decía con total naturalidad, como si le hablara del tiempo. Después en el sueño él me invitaba a llevarme en su coche y yo accedía. Lo sentía como una señal suya de aceptación y como si se hubiera sanado algo de esa época de mi vida.

Cuando me he despertado me he quedado pensando en este sueño. Qué curioso nunca había relacionado este suceso con un pacto de lealtad familiar… Y entonces pude ver algo que se encajaba de la historia de mi vida. Claro, simbólicamente el representó para mi lo prohibido. Era una persona incorrecta, rebelde e inmoral y no le importó lo que pensaran de él. Tomó un camino que lo llevó a no terminar los estudios incluso siendo sumamente inteligente y en cierto modo “decepcionó”. Por eso en su momento me daba tanto miedo y excitación estar con él. Encarnaba lo que yo no me podía permitir ni pensar ser o hacer. Yo fui una adolescente que no dio problemas, todo lo que hice lo hice a puerta cerrada y nadie se enteró. De cara a mi familia y a la escuela me esforcé y sacrifiqué todo lo que pude por darles un resultado que estuviera a la altura de lo que esperaban de mi, o al menos se acercara. Sin embargo, yo sabía en lo profundo, que yo era madera de fracaso escolar. Lo sabía porque mi naturaleza no era esa. Pero vi el amor con el que mi madre miraba a mi escuela y yo quise hacerle justicia a su esfuerzo y deseo por ponerme ahí y estar a la altura de su expectativa. ¡Qué interesante! Porque yo pensé que a los 18 años había quedado liberada de todo esto para siempre y sin embargo siempre ha estado conmigo. Quedó marcado como un patrón o tendencia. Un patrón que ahora puedo ver y entender. Esta tendencia es la que me lleva una y otra vez a tener que triunfar en base a lo que yo he imaginado que se espera de mi y a no satisfacer realmente lo que a mi me da gusto, porque ni siquiera recuerdo muchas veces lo que es. Así que todo lo que supone salir de ese patrón, es como irse con el “chico malo” del cole, es incorrecto, descarado y además “no tiene salidas”. Y ahí estoy amigos, desde hace un tiempo traspasando el miedo que da adentrarse en “lo prohibido”. Deshojando poco a poco lo seguro y recuperando el gusto de lo propio para volver a empezar cada día. Atreviéndome a traicionar el mito familiar (lo que uno se ha contado para no ir más allá de sus límites) y agradeciendo todo lo que me ha traído hasta este momento.

 

P.D: Parte de esta información viene inspirada en las teorías sobre permisos y prohibiciones que me han llegado a través de mi amigo Monoperro. Os invito a indagarle.