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Culpa

Hace tiempo descubrí que lo que me dolía de una resaca no era tanto el potaje químico que lo que me había tomado producía en mi cuerpo, sino el haber pasado tiempo lejos de mi. Lo que me dolía era el camino de vuelta. Recorrer ese duro tramo de todo lo extra que hice para estar como estaba.

Y me di cuenta también de que hay resacas sin alcohol. Esas que suceden después de un envento,encuentro,o suceso donde para estar en él haces una especie de movimiento extremo hacia afuera. Es muy común por ejemplo después de un polvo (generalmente uno malo). Donde o bien omites lo que sientes por miedo a mostrarlo o bien fuerzas una apariencia que te dé permiso para formar parte del “encuentro”. A veces como actriz me pasaba después de un bolo o evento con mucha gente.

Pero sin duda,la peor de las resacas es la de la culpa, porque no te deja volver. Si ese camino de vuelta a casa se carga de arrepentimiento y culpabilidad es como si se te impidiera la entrada a tu propio palacio. Ya que la verdad profunda, la que te coloca en tu hogar, asume tu inocencia y tú pucritud. Por eso,la única forma de volver entrando por la puerta grande, es perdonarse.

Tengo que decir que hace mucho que no me pasa esto de la resaca, al menos no como solía hacerlo., Esto me hace sentir amada,pues me recuerda lo anclada en mi que estoy y lo rico que resulta no abandonarse nunca. Y si te abandonas, perdonarte al instante y llevarte de la mano al salón principal,junto a la chimenea,a sanar lo inflamado de tanto rozarlo.

Así nos quiero. Así nos concibo sanos y a salvo siempre.