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Me sigue sorprendiendo la negativa del ser humano a probar cosas que le pueden cambiar la vida solo porque son incómodas, rompen con sus rutinas, no las entienden o simplemente les dan pereza. Es algo que me sigue alucinando, cómo uno prefiere seguir como está aunque esté mal, que ejercer su voluntad de probar (aunque sea) de manera consistente algo nuevo.

Es de una estupidez infinita (estúpido que significa estar detenido). Una sociedad totalmente estúpida en un organismo que no para de moverse.

Entrenarse en cambiar radicalmente las costumbres cuando éstas ya no sirven. Y atreverse a iniciarse en la incomodidad de lo que «no todo el mundo hace» para vivir al nivel de la propia vida. Eso es participar de la existencia. Lo que te conduce inevitablemente a permanecer en la conexión con lo que ya ‘es’ en ti.