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Hay una tristeza inagotable, una rabia, una agresividad, un miedo ancestral cuyo origen nos supera.

Y veo como solo es posible aprender a vivir gracias a ellos y no a su costa. Que no se trata de de que terminen, que su función se escapa al entendimiento y que solo cobra sentido cuando la usamos para volver.

Son emociones fuertes porque es fuerte lo lejos que nos hemos ido.

Cuanto más apartados más elevado es el grito. Y claro, es un susto que «te cagas», de ahí la necesidad de esconderse de ello. Pero que se le va a hacer, si una no escucha, si una ha aprendido a ensordecerlo a base de ruido me(n)tal.

Hay un dolor tan grande que dejar que entre destroza todos nuestros límites. Nos hace desaparecer y es ahí dónde se convierte en otra cosa.