CONTACTO

No creo en el victimismo como forma de vincularse. Me da igual que se trate de una mujer, un hombre, una persona trans… En el momento en el que te vinculas con alguien desde su versión víctima, estás perpetrando la agresión.

Solo si existe la víctima existe el agresor. Yo puedo empatizar con el dolor de quien sea sin necesitar que forme parte de ningún colectivo que lo avale. Sin necesitar defenderlo de lo que le causa dolor. Lo que nos hace daño no se puede combatir —no se sana la agresión con agresión— pero se puede usar para ver y sanar.

El dolor es un indicador de algo. Apunta hacia uno mismo siempre pidiendo integración. Y con esto no quiero decir que si te dan una ostia no la devuelvas. No quiero decir que no salgas corriendo. No quiero decir que te debas sentir culpable. Pero esa ostia duele, no solo porque alguien te la dió, sino porque forma parte de tu vida. Lo quieras o no.

Sólo le darás sentido sintiendo.

Dejemos de victimizarnos de una vez por todas perpetuando la niñez. Y apoyemonos en la tarea de asumir también nuestro dolor. Porque solo mirándolo a la cara, solo yendo hasta el fondo de lo que provoca, te puedes liberar de lo que verdaderamente lo causa.

No creo en el victimismo como forma de vincularse. Creo en el poder de la persona para atravesar hasta el peor holocausto. Creo y depósito toda mi fe en tu capacidad para transformarte. Y eso me vincula a ti con fuerza. Pues no puedo evitar verme en tú máximo poder. Ese que en verdad somos. Ese que brota cuando nos rendimos.