CONTACTO

Antes de ayer sucedió algo justo antes de dormir que me impactó. Algo que me penetró con fiereza, revolviendo mi estómago y apretando mi pecho. Pude ver la secuencia de terror desencadenandose en mi mente. Pude respirar. Pude enviar un audio hablando de lo que me pasaba. Me ayuda mucho escucharme cuando algo irrumpe mi presente con amenazas. Pude respirar de nuevo. Pude acariciarme y susurrarme «tranquila mi amor, nada cambia porque yo estoy contigo». Sabía que sería una noche difícil. Antes de dormir,recibir noticias perturbadoras es un laberinto. Pero lo tomé, me dejé abordar por la tempestad de esas olas sabiendo que resistirse es una muerte lenta y que entregarse en algún momento te hace asomar de nuevo la cabeza.

Tuve pesadillas, mis tripas sonando y el estómago revuelto. Cada vez que me veía despierta me abrazaba y me decía «no estás sola mi amor, yo estoy contigo». Algo que he aprendido en este último tiempo, donde he atravesado conscientemente más traumas que nunca antes en mi vida, es a tratarme con ternura cuando hago estragos por surfear una gran ola. Y en esos momento me doy toda mi compañía, si calor resulta agradable me lo proveo, si es una taza de té me la hago sea la hora que sea, si es una llamada o un terapeuta o un masaje, cueste lo que cueste… Sea lo que sea que mi vulnerabilidad mire con sed se lo acerco y se lo doy de beber mirándola con todo mi amor y reconocimiento. Cómo se mira a una criatura luchando por nacer.

Porque seamos francos, atravesar las fantasías de terror de esta matrix que hemos inventado es una heroicidad. Y es la parte más sensible en nosotros la que tiene el poder y la fortaleza para hacerlo. Al igual que es el bebé el que viene con el poder de vivir su propio parto.

Así que, pase lo que pase, sea como sea «tranquila mi amor, yo estoy contigo».