
Es preciso tocar fondo, y cuando llegas al sótano, levantar la alcantarilla y seguir bajando. Por eso se dice «pensaba que había tocado fondo, PERO NO». Y ese «pero no» viene en mayúsculas, porque en las cloacas de la humanidad es dónde se cocina lo mayúsculo.
He bajado más veces de las que imaginé. Y no os voy a mentir, cada vez que noto de nuevo el descenso, me resisto un poco. Por mucho que al salir sienta que ya no le temo al morir, cuando el morir vuelve, se me sigue encogiendo el estómago. La diferencia es que ahora sé que no hay resistirse que valga y que no es negociable.
Así que trato de abrazar mi resistencia y permito a la tristeza hacer de bálsamo, pues siempre lleva a un lugar de mayor paz aunque lo haga a golpes de marejada.
No estoy atravesando ahora un momento de esos, pero si vengo acompañando en sesiones varios de ellos. Y me siento privilegiada, pues sé del temblor de piernas, de de las tripas descompuestas, del llanto que parece venir de otras vidas. Y se también de la expansión que conlleva todo ello. Del mundo ancho que genera adentro.
Amo las profundidades. Cada día más. Como decía una frase de un post de @noraya… debo ser una sirena. Saliendo del mes de Escorpio, doy las gracias por las todas las aguas removidas.
Por la vida en todas sus dimensiones.