Soltar

Soltar al cien por cien los resultados y vivir en el lugar donde siempre se es causa.

Tener la valentía de dejar de manipular para que las cosas sean como yo quiero o para evitar que no sean como temo.

Ser un cuenco abierto donde todo cabe.

Deshacer mi ADN para no definirme más en base a mí herencia y poder mirarme en la activación constante de todas las posibilidades que constituyen este organismo.

Reconocer en mí y en todo la capacidad y no el defecto.

Saber hacerle el amor a cualquier sentimiento por doloroso que este sea.

Ser un recipiente que se llena y se vacía sin miedo a la ausencia o a la plenitud.

Acogernos a todos en mi pecho desnudo,
mullido para reposar pero resonante para que no nos durmamos.

Ser un ser encarnado que utiliza su soporte de mujer para ser mujer,
con toda la masculinidad que estar integrado implica,
al servicio de lo femenino.

Y no esconderle más mi sensibilidad, intuición y sabiduría el mundo,
ni tampoco mi bravura, la guerrera y está machirula que tan prácticamente a veces salva.

Dejar de jugar al escondite con el amor llamándolo de mil maneras para llevarlo a casa.

Y tratarte solo como a mí me trataría si supiera que soy la hija de un Dios perfecto que jamás condena.

Salir a la calle a enseñarlo todo en lugar de vivir escondiendo por el miedo a perderlo.

Y no callarse nunca más para poder hallar al fin el silencio.

***

Así es este dejar caer las estructuras de una casa que ya no es nuestra.