CONTACTO

#RevelAcciones

Lo «peligroso» del acto de pedir es creer que lo necesitas.

Y me voy a extender porque estoy segura de que dará lugar a muchos «raro-entendidos».

Cuando pides creyendo que necesitas eso que pides para seguir adelante, te tratas como si te faltara capacidad para vivirlo. Y corres el riesgo de sentirte rechazada si la persona no te da lo que demandas. Cuando pides creyendo que lo necesitas te colocas en el lugar de víctima, de desvalida. Y desde ahí te cuesta pedir y cuando lo haces lloriqueas, manifiestas tu supuesta incapacidad para merecer que te lo den.

Pedir sabiendo que si no te lo dan, no pierdes nada, porque te sigue teniendo para solucionar aquello que te sucede, nunca te quita. Solo puede sumar posibilidades. Te permite atenderte sin considerarte débil. Te regala el servicio y la facilidad del que te colabora cuando accede a tu petición y la capacidad tuya de resolver cuando se te niega la ayuda.

El problema no es pedir o no pedir. El problema es usar la petición para justificar la «invalidez» y tapar «el miedo a hacerlo sola».