La montaña
La montaña no es un precipicio que se escala como cayendo hacia el centro del propósito de uno mismo.
La montaña se consuma en el deseo de vivir, por muy intenso, doloroso o desafiante que pueda ser eso (vivir).
La montaña no se sube porque arriba se esconda un sueño. Se sube para bajar después. Para sudar en el ascenso y dejarte caer confiado en la bajada.
No se sube porque subir es alcanzar, es triunfar, es ganar. Se sube porque estás en ella cada vez que en lugar de planear el ascenso, caminas.
La cumbre no te dará más que el valle, te dará como todo en la vida, todo lo que tiene. Y te lo perderás si crees que por subir no estás también bajando.