CONTACTO

Yo no he tenido permiso externo para hablar. No se me permitió expresar mi verdad. Porque esa verdad mía generaba distorsión,dolor y miedo.

Yo no he tenido permiso externo para decir lo que yo sentía,lo que sucedía a ocultas, lo que se movía por debajo de la mesa. Tenía que sentir, observar y callar.

Esto no solo me ha pasado a mí. Ni mi madre, ni su madre, ni mis ancestros ni probablemente los tuyos tuvieron este permiso. Todos callaron. Y seguramente sí tú estás leyendo esto, también callas o has callado.

Yo empecé a sanar cuando empecé a darme el permiso interno de expresar. A pesar de no tener la habilidad para hacerlo. A pesar de lo difícil que me resulta siempre. Porque no me quedaba otra.

Lo difícil tiene el don de ser lo que más te esculpe.

Y no lo hice para que alguien me escuchara, ni para quejarme, ni para buscar compasión. Lo hice para entrar en coherencia al fin conmigo. Para liberar al demonio que se crea cuando se inhibe lo que uno es.

Yo empecé a sanar cuando empecé a dejar que mi verdad pudiera doler, incomodar o ser juzgada.

Porque era esa amenaza la que me obligaba a vivir en dolor, incomodidad y juicio hacia mí misma. Que es lo mismo que vivir envenenada o enferma.

Preferible siempre es que sean los otros lo que hablen mal de una mientras una se ama, que ser reconocida por todos y odiada por una misma.

Una vida en represión genera siempre más dolor y alimenta al cáncer de una humanidad necesitada de verdad.

Doy gracias por haberme arriesgado a ser excluida expresando lo que soy. Pues ha sido la única forma de incluirme al fin en la existencia de la que formo parte.