
A veces no empezamos a hacer lo que queremos porque mientras siga siendo una posibilidad, es perfecto, no hay error, no puede ser rechazado. Mientras que si me arriesgo a ponerlo en el mundo, puede ser una cagada con la que no me atreva a seguir hacia delante.
Si siempre soñé con cantar a una audiencia y el día que lanzó mi propuesta musical, no gusta o sale mal, quizás me sienta tan dolida que me retire de ese sueño para siempre. Ante esa posibilidad es mejor seguir posponiendo el día en que las circunstancias para hacerlo sean perfectas o me sienta realmente preparada.
Lo que se tiende a ignorar es que cuanto antes empieces a hacer eso que sueñas en el contexto en el que estás ahora, más habilitas la realización de ese sueño, aunque nunca sea como lo habías imaginado. Porque si no te atreves a hacerlo ya, aquí, con lo que tienes. La idea de que con un mejor contexto, equipo, presupuesto… si lo harías, está generando la distancia perfecta con la que jamás alcanzarlo.