CONTACTO

Está muy de moda eso del dejarse llevar, <<fluir>> le dicen. Y si pero, ¿de qué estamos hablando?

Porque suena muy bien pero lleva trampa. Cuando te dejas llevas, ¿qué te está llevando?

Uno dice que <<la vida>>, pero vida es todo lo que se mueve. A veces le llamamos dejarnos llevar el seguir los deseos de otros, adaptarnos a sus querencias, otras a seguir nuestras costumbres y patrones.

Para mí dejarse llevar es seguir el deseo propio. Es hacer acuso recibo de ese llamado y adentrarse en el bosque del misterio que hay detrás. Pocas cosas hay más espirituales que seguir el deseo. Y mira que se lo denosta en estos medios new age o del camino del espíritu. Pero fíjate que para mí pocas cosas hay más místicas que ese llamado.

Porque admitámoslo, ese deseo no es nuestro, llega a nosotros. Lo recibimos sin saber bien por qué. ¿Por qué deseo pasar tiempo en la naturaleza sola? ¿O por qué deseo estar en pelotas al sol? ¿Por qué deseo escuchar videos sobre astrología? ¿Por qué describir? ¿Por qué deseo cantar? No lo sé, pero me guía firmemente. Y es nuestra labor hacernos cargo de ello.

Cuando me dejo llevar por el llamado de mi deseo, ejerzo mi autoridad al resonabilizarme de él. Me convierto en autora de mi vida al seguir el guión que me está siendo dictado.

Es una guía mágica, como la de la estrella que llevó a los reyes magos hasta el portal de Belén. No nos pertenece, brilla desde adentro para dar pasos afuera. Y te lo juro, siguiendo ese llamado jamás estás perdida.

Te guía por tu propia senda, por eso requiere de autoridad para no despistarse y seguir otra. Por eso te convierte en autora dejando tus propias huellas. Y por eso nos da tanto miedo, caminado en soledad.

Al contrario de lo que dicen, en este camino, el ego poco pilota, pues no se pueden controlar los efectos que seguir nuestro desear profundo, puedan provocar en el mundo. Y eso al ego le da miedo.

Hay más manipulación en la decisión de dejarse llevar «por lo que el otro quiere» o por «los acontecimientos de la vida», que en la de hacerse cargo del llamado del propio desear.