CONTACTO

Cuando asumes tu verdad al respecto de algo o alguien, permites que esa verdad soterrada salga a la superficie organizando la relación con ese algo o alguien de manera coherente.

Cuando la tapas, esa verdad sigue operando en la relación solo que vive bajo el engaño de todo lo que haces para evitar asumirla.

Eso genera dos líneas de relación, la del tiempo real orgánico (el de tu verdad presente donde vive tu cuerpo) y la del tiempo pasado y futuro (el de la negación que vive en tu mente).

Esta segunda, causa mucho más dolor porque no deja de buscar justificaciones que le permitan o bien omitir la verdad o bien que está verdad se materialice sin tener que asumir la responsabilidad sobre ella.

Ahí es donde empiezan las quejas hacia ese algo o alguien: «Me trata mal», «lo he intentado mil veces y nada», «le estoy ayudando y ni me lo agradece», bla,bla,bla… «por lo que igual debería marcharme». Yo no quiero eh, pero me está obligado…».

Así te puedes ir «perdiendo», siendo la víctima de ello no te tienes responsabilidad. Como un/a niñ@.

Asumir tu verdad implica que sin necesidad de justificaciones te hagas cargo de tu deseo de dejar esa relación y tengas el valor de marcharte. Sin pataleta, ni portazo, sin intentar que te entiendan o apoyen.

Cuando asumes tu verdad, la verdad del vínculo lo celebra. Porque permites que se exprese su máximo potencial. El de transformaros gracias a él.