CONTACTO

o que más nos cuesta es dejar algo cuando no hay conflicto, porque es como si no hubiera razones. Y esto es de locos.

Tenemos la costumbre de esperar a que haya conflicto para poder abandonar algo que ya no nos permite avanzar.

Por eso a posteriori, convertimos el conflicto en algo que evitar. Pues lo relacionamos con fin y no con progreso.

Si acostumbramos a cerrar ciclos cuando sabemos que se han acabado en lugar de esperar a que estalle la guerra y justificar con ello nuestra decisión de marcharnos. Veríamos que el conflicto no nos informa de que algo va mal sino tan solo de que algo está cambiando.

Ahora, hay que tener el coraje de irse cuando toca irse sin resguardarse en explicaciones lógicas. Porque vivimos en un mundo que tan solo atiende a razones y a penas sabe de lo que es la coherencia.