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Usar a la familia como razón, causa y origen de nuestras desdichas, sin reconocer con la misma intensidad que es la causa también de lo maravilloso que somos, es poco útil y un tanto estúpido.

Eso no implica que para poder hacer tu camino decidas —por ejemplo— no volver a a ver a tus familiares nunca más. Pero no por odio o rencor, sino por necesidad del alma. Hay situaciones que han sido demasiado exigentes como para poder vivir con ellas cerca. No hay nada de inmaduro en tomar la decisión de ponerlas a distancia. Es un gesto responsable cuando se hace conscientemente y con agradecimiento.

Todo lo que has recibido. Todo. Constituye el patrimonio con el que hacer alquimia. Te transformas gracias a tu herencia. Pero también puedes tomar la decisión de no cambiar y morir por lealtad a ella.

Ahora, tus orígenes no son la razón por la que ser un desdichado «Hay frutos maravillosos de árboles torcidos»

(frase de Alejandro Jodorowsky).

Cuadros de mi querido Miguel Angel Corpas