Hay dos grandes dolores.
El dolor de no ser quien eres para formar parte del mundo. Y el dolor de ser quien eres como parte del mundo.
En el primero renuncias a elegirte.
En el segundo renuncias a que te elijan.
Ambos duelen similar. Sólo que el segundo es un dolor que sale y el primero un dolor que entra.
Porque el segundo duele liberando eso que es, mientras el primero duele reprimiendolo.