CONTACTO

Hace unos meses en una sesión de reestructuración, hablaba con una chica que me decía que se sentía llena y vacía al mismo tiempo. Y me recordó a esa sensación que tantas veces había tenido de no parar de hacer cosas y sin embargo seguir a la espera de hacer algo que realmente me colmara.

Y la frase clara era que sentirse vacía, la mayoría de las veces, es llena de cosas que no quieres.

El verdadero vacío no te hace sentir vacía porque está lleno de cosas por descubrir y eso es siempre consistente. La sensación de vacuidad viene de la ausencia de sentido de aquello que repites una y otra vez para no darte el espacio de descubrirte más allá de dónde te reconoces.

Pero hace falta un nivel elevado de riesgo para saltar hacia lo que no conoces. Un nivel elevado de fe. No puedes esperar a que se aclare el camino desde donde estás, tienes que moverte sin ver, para descubrir otros caminos.

«El dios que está junto a las cosas es difícil de aprender de agarrar. Pero solo dónde está el riesgo, crece aquello que nos salva».

Uno de mis poemas favoritos de Holdinger. Hace años llegó a mi vida para no irse nunca.

La mayoría de las veces, las personas con las que trabajo en sesiones, me cuentan cómo se preparan para un cambio esperando que la situación mejore. Es curioso como nos tendemos a poner en ese lugar pasivo, víctima de unas circunstancias externas.

Como si realmente ser felices dependiera de encontrar otro trabajo, que mi proyecto tenga éxito o cambiar de casa. Como si de verdad estar bien fuera un daño colateral de una realidad externa que tuviera que hacerme hueco.

Y lo lamento mucho,pero no es así. La única forma de estar bien es reconociendo que esa es tu naturaleza y tratándote en coherencia a ella. Y eso supone que seguramente mucha gente de tu vida se marchará,cortarás cabezas y dejaras de hacer las cosas bien para hacerlas como a ti te gusta.

La tiranía con la que te tratas te aleja de ti, creando una realidad en la que tú (espléndida y plena) no cabes. Sólo cabes si juegas al rol de ser algo menos. Algo aceptado por no llamar la atención hacia un lugar que se escape de lo pactado.

La única forma de cambiar tu vida es volviendo a ti. Devolviéndole el cetro de poder a esa parte que negaste por miedo a no encajar, esa parte única e intransferible que en este plano eres tú.